Las matemáticas se tornan atractivas siempre y cuando les tomemos el lado amable, que nos agraden, como las verduras a los niños.
Años atrás el hablar de números, símbolos, o todo lo referente al álgebra era como decir: la escuela no se hizo para mí y más si los maestros eran de esos gruñones que se la pasaban llenando el pizarrón de operaciones.
Hoy no quiere decir que el sistema de enseñanza ha cambiado en su totalidad, pero si algunos pedagogos especializados en la materia como que le ponen ese algo de atracción.
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