Poco a poco va avanzando la carrera política rumbo al 2024, comienzan a aparecer los entrenadores, y los entrenados listos, puestos para recibir las asesorías de los más cercanos colaboradores; que por supuesto, los servicios que presten no son gratuitos, tendrán que cobrar a su debido tiempo, porque también buscan un rincón dentro de las filas, pues igual quieren marchar a su ritmo, de entrenadores.
Para nadie es desconocido que nadie trabaja por una causa verdaderamente social, los más que tienen habilidades en el discurso, en la negociación, en el manejo de las masas, desean su posición y bien remunerada. Aunque no todos los que quieren ocupar puestos de elección popular necesitan de entrenamiento, unos ya traen genes de servidores, habilidosos para atraer las conciencias; otros han aprendido de sus progenitores y unos más han tenido que cursar la carrera especializada en estos menesteres.
Con calma, la pista es amplia, está libre de escombros, habrá cabida para más de veinte mil servidores en esta contienda electoral. Ojalá y en realidad comulguen con la idea de servidores y no servirse del pueblo; ya que éste no perdona. Cuando una sociedad despierta, se las cobra, así que anden con cuidado, déjense entrenar bien, aunque lo genuino ya es genético. Entonces, hoy veremos a individuos acercándose con sonrisas, apapachos y falsos abrazos, aunque varios de aquellos deseosos de participar por segunda o tercera vez en la carrera son conocidos por sus familiares y vecinos, no les servirá de nada fingir, sobre todo a quienes ya han formado parte de una élite, conocen muy bien las élites a las cuales me refiero.
A las puertas del electorado llegarán esos lobos feroces vestidos de caperucitas, mejor quédense agazapados, ya no les van a creer. Unos lobeznos o lobos maduros enviarán a sus esquiroles para atrapar a sus presas, que siempre son los más vulnerables, pues siempre requieren de los servicios y a veces caen otra vez en las garras de los feroces lobos hambrientos.
Para nadie es desconocido que nadie trabaja por una causa verdaderamente social, los más que tienen habilidades en el discurso, en la negociación, en el manejo de las masas, desean su posición y bien remunerada. Aunque no todos los que quieren ocupar puestos de elección popular necesitan de entrenamiento, unos ya traen genes de servidores, habilidosos para atraer las conciencias; otros han aprendido de sus progenitores y unos más han tenido que cursar la carrera especializada en estos menesteres.
Con calma, la pista es amplia, está libre de escombros, habrá cabida para más de veinte mil servidores en esta contienda electoral. Ojalá y en realidad comulguen con la idea de servidores y no servirse del pueblo; ya que éste no perdona. Cuando una sociedad despierta, se las cobra, así que anden con cuidado, déjense entrenar bien, aunque lo genuino ya es genético. Entonces, hoy veremos a individuos acercándose con sonrisas, apapachos y falsos abrazos, aunque varios de aquellos deseosos de participar por segunda o tercera vez en la carrera son conocidos por sus familiares y vecinos, no les servirá de nada fingir, sobre todo a quienes ya han formado parte de una élite, conocen muy bien las élites a las cuales me refiero.
A las puertas del electorado llegarán esos lobos feroces vestidos de caperucitas, mejor quédense agazapados, ya no les van a creer. Unos lobeznos o lobos maduros enviarán a sus esquiroles para atrapar a sus presas, que siempre son los más vulnerables, pues siempre requieren de los servicios y a veces caen otra vez en las garras de los feroces lobos hambrientos.
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