Albert Camus fue un escritor francés y con tan solo 47 años de vida, traspasó las fronteras por la belleza y misterio que dejó en sus obras; una de ellas: El extranjero, de la cual voy a dar mi punto de vista.
Primeramente quiero apuntar que tenía un excelente conocimiento de la gramática por su forma tan atingente de escribir, y cómo va entregando las personalidades de su obra a los lectores ávidos de conocer el desenlace de Meursault, quien es el centro de esta pequeña obra perfecta que le hiciera tan famoso en 1942. Pues las más de las instituciones educativas, sobre todo las universidades comenzaron a estudiar El extranjero, qué veían en estas ideas de Albert Camus, que dejaban mucho que ver por las contiendas mundiales desatadas, especialmente en Europa. El caos, la desesperación, el terror que se había sembrado en la humanidad por la despiadada opresión del poder político y bélico trastocó las masas; unos vivían bajo la amenaza de una posible catástrofe con respecto a la hambruna, otros tomaron valor para sobrevivir. En fin, varias fueron las emociones encontradas de aquellos atroces acontecimientos.
El autor parece que tiene el deseo de involucrarnos un poco en su vida, sus padecimientos físicos de tuberculosis quizás le orillaban a abandonarse de lo mundano, y además, despreocuparse por su vida interna. En la obra, se nota muy ajeno a lo que sucede en el exterior, será su tristeza, soledad, melancolía, o porqué tan distante con los sucesos personales.
El telegrama que recibe Meursault de su mamá asilada, decía esto:
Hoy ha muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé. Recibí un
telegrama del asilo: «Falleció su madre. Entierro mañana. Sentidas
condolencias.» Pero no quiere decir nada. Quizá haya sido ayer.
Solicitó permiso a su patrón para asistir al sepelio, en éste, ninguna emoción de compasión común se despertó en Meursault. Los acompañantes durante el velorio de la occisa tampoco mostraban signos de compasión y de ninguna índole, excepto un hombre que sollozaba, según decían los cuidadores del asilo que era el amigo íntimo de la progenitora de nuestro protagonista en esta magna obra literaria. Así pasaron los hechos en el entierro, nada de lágrimas, nada de condolencias, nada de sollozos. Nadie comentaba nada, un evento desapercibido por todos los presentes, no común este encuentro en un cementerio.
¿Qué sucedió con Meursault, perdió el contacto con la vida? ¿Porqué nada le movía? ¿Tenía serias represalias con su madre? ¿No la aceptaba por haber nacido sorda y además por ser analfabeta? Estas dos características tenía la madre de Albert Camus y a mi juicio en la obra creo que ese formato de personalidad lo traslada al protagonista. Es cierto que no todos los humanos somos iguales; algunos demasiado exagerados en nuestro actuar. Meursault al día siguiente día del fallecimiento de su madre, ya estaba con María, una de sus amiguitas, haciendo lo que cualquier pareja hace, ya saben. O sea que ningún remordimiento para quien apenas había perdido un ser querido. Esto no significa tanto, así como guardar el luto por muchos días o no mostrar lo que quisiéramos ver en los dolientes cuando alguien de la faz de la tierra parte, pero viene otro suceso en la novela de Albert Camus, nos va llevando a su protagonista por otros rumbos. Ahora muestra a Meursault como alguien a quien la vida no le interesa tanto, pues cuando comete el asesinato del árabe, de inmediato lo trasladan a la cárcel y tampoco ahí da muestras de dolor, de compasión, de arrepentimiento. Aunque su abogado le instruye qué decir en las audiencias, él rompe con todos los protocolos y para nada está interesado en lo que pueda ocurrir. El crimen cometido le está sirviendo para hacer notar más su indiferencia a la vida, en ningún momento padece debilidad alguna, pues nada le aterroriza, incluso cuando le comunican que será llevado al cadalso.
Mucho se ha dicho sobre el dolor y el sufrimiento a lo largo de la historia, esto lo aseveran: los psicólogos, antropólogos, sociólogos y psiquiatras de todos los tiempos. El más atinado para mí ha sido Carl Jung cuando habla de las sombras y las máscaras. Según en sus hallazgos con las personalidades que trató durante su carrera, da a entender que las emociones fuertes despiertan las energías. Hoy de moda existe una, la kundalini. Y tal vez en Albert Camus a través su Meursault se le despertó una energía especial que varios quisiéramos, no tanto para dejar de sentir dolor, pero sí para poseer aplomo en el enfrentamiento a todo lo malo y bueno de la vida.
Ojalá y disfruten de esta extraordinaria obra que aquí se comparte, ya está libre en la red, al parecer. Descarguen y no dejen de leer, este hábito despierta la conciencia.
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