Todo México se mueve en distintas direcciones, en especial los más de veinte mil personas que desean ostentar el poder; y según ellos, desean servir al pueblo de donde pertenecen.
Ninguna duda hay de quienes en realidad han nacido para servir, pero también los hay y tal vez muchos que son enviados para confundir, esos sofistas que se sienten dueños de la verdad pura.
Es bastante antiguo el pensamiento de Sócrates, referente a los cuestionamientos que planteaba; en principio porque él siempre desafió las normas establecidas de su tiempo, él todo lo cuestionada a través de lo que heredó al mundo, la mayéutica, método que en el lenguaje coloquial significa: la partera del alma; ya que Sócrates, así como las parteras ayudan a extraer el bebé de un vientre materno, en sentido figurado aquel filósofo ayudada a sus feligreses a esclarecer lo desconocido. Sin embargo, en este proceso electoral como otros que hemos vivido, algunos sofistas se dedican a confundir a los votantes para conseguir la pertenencia a un grupo político, mientras los receptores nos dejamos llevar por las amenazas, las advertencias o los clásicos y cortos señalamientos: nos irá bien a todos, confíen en mí, yo no robo, soy un defensor de la justicia, lucharé por sus derechos, me pongo a sus órdenes, si me dan su voto todo va a cambiar, yo sí cumplo, etcétera, etcétera, etcétera.
Es divertido el ver cómo algunos seguidores, promotores, ayudantes y serviles también difundimos y replicamos lo que escuchamos, y cuál sería la razón, pues porque andamos detrás de una boronita del pastel, y si no se triunfa, nos quedamos como el chinito.
¡Cuánta dependencia, algunos hemos depositado en otro ser humano! A veces no vislumbramos que somos cortados con la misma tijera, hagámonos unos cuantos cuestionamientos: ¿Somos serviles o arrastrados, hipócritas, desleales, convenencieros, traicioneros, habladores, juzgones, criticones, rencorosos, vengativos, ventajosos, intrigosos, altaneros, soberbios, petulantes? Mejor le paramos a la lista de adjetivos que nos indignan de nosotros mismos, pero si poseemos un rasgo como los anteriores, significa que nadie cumple en nada.
Nada de lo anterior nos puede espantar, sí tengamos muy en cuenta que si a alguien escuchamos cuando sólo se da baños de pureza, preguntémonos: ¿cómo vive o se armoniza con los demás, es austero en su proceder? ¿Actúa cuando ve la oportunidad para que se dé a notar? ¿Reprime a quienes no comulgan con sus ideales? Por supuesto, no habrá individuo capaz de poseer tantas virtudes que desearíamos de él, por ser un imperfecto.
Quise hacer estas reflexiones, porque al igual que muchos que somos débiles, nos querrán manipular no sé con qué para este dos de junio. Y va a suceder, el día de la votación, todavía vamos a dudar, en el fondo escucharemos aquella vocecita: vota por mí, soy tu defensor. No permitamos la amenaza de la vocecita, hagan caso a su conciencia y votemos libremente por quien más nos sintamos atraídos.